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El desafío de enseñar jugando

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El desafío de enseñar jugando

La especialista británica en educación infantil, Helen Moylett, autora del reconocido  libro La eficacia del aprendizaje temprano: cultivando el aprendizaje de por vida entre los niños, visita Valencia para impartir un curso en Caxton College

 

Recientemente el pedagogo Gregorio Luri, autor de Mejor educados, señalaba que le parecía perjudicial para los alumnos la tendencia generalizada de potenciar la inteligencia emocional frente a la inteligencia cognitiva. Aseguraba que “el crecimiento personal y la capacidad de relacionarse bien del niño” no puede tener más importancia que “el conocimiento científico y la capacidad mental para razonar” que se les debe infundir desde pequeños.

 

“Estoy de acuerdo con este argumento”, asegura Moylett. “Los pedagogos tenemos el  reto de saber combinar en las aulas ambas inteligencias. El niño puede aprender siendo feliz, relacionándose bien con su entorno y, al mismo tiempo, recibir desafíos intelectuales que le permitirán crecer tanto en el terreno cognitivo como en el emocional”.

 

¿Por qué un padre debe pensar que su hijo con tan solo un año de edad estará mejor en el colegio que en casa? Sobre esta cuestión Moylett, quien ha participado durante años en la estrategia nacional educativa del Reino Unido en relación al currículum infantil, se muestra franca al comentar que “evidentemente un niño pequeño en casa, y con su madre, se va a sentir muy cómodo. Sin embargo, sabemos científicamente que alrededor de los dieciocho meses su cerebro está muy receptivo para establecer relaciones con otros niños de su edad y para ampliar sus lazos de afecto con más gente. En ese momento su capacidad para desarrollar destrezas sociales, y también intelectuales, es fantástica. Por ello deberíamos de aprovechar el gran trabajo que los padres han hecho en casa durante esta primera etapa para ayudarles ahora desde la docencia a generar actitudes positivas de por vida”.

 

 

El grupo de profesores de la escuela infantil de Caxton College, que asistió a esta jornada de trabajo, tuvo la oportunidad de interiorizar metodologías para desarrollar nuevas destrezas pedagógicas y estrategias de interacción comunicativa con el alumno que faciliten la interrelación del aprendizaje y el juego.

 

¿Pero es posible aprender jugando? Cuando los niños juegan están completamente involucrados en esa acción por lo que el grado de aprendizaje es muy elevado. Si aprovechamos ese estado lúdico de concentración para estimular áreas muy concretas del alumno podemos conseguir, por ejemplo, que mejore su lenguaje a través de la incorporación de nuevo vocabulario o mediante el diálogo con el profesorado. “En el programa educativo que desarrollé en Reino Unido denominado Cada niño un hablante (Every Child a Talker programme), afirma Moylett, tuve la ocasión de ver cómo niños de tres años, residentes de áreas desfavorecidas que venían de la escuela infantil con un retraso importante en sus habilidades lingüísticas, alcanzaban en poco tiempo el nivel esperado. Y lo más importante es que les dimos confianza, independencia y una actitud para el aprendizaje que muchos no abandonarán de adultos”. Esto es así porque el cerebro nunca volverá a desarrollarse tan rápido como en los primeros cinco años de vida, periodo en el cual el niño adquiere los mecanismos esenciales que le permitirán aprender en el futuro. Y es que durante la primera etapa de la infancia, este órgano crece de forma espectacular. Por esta razón, si un niño tiene la posibilidad de comenzar una experiencia bilingüe nativa en esa etapa “donde el cerebro es el doble de activo que el de un adulto”, confirma Moylett, “su progreso va a ser sorprendente”.

 

Sobre cómo los padres pueden apoyar estas dinámicas de trabajo para que los niños adquieran hábitos de aprendizaje de por vida, Moylett indica que una de las fórmulas más infalibles es “que los eduquen en la cultura del esfuerzo y la perseverancia. Que ayuden a los niños a desarrollar la idea de que ‘pueden hacerlo’ para que no abandonen fácilmente ningún reto. La perseverancia es una actitud imprescindible para conseguir grandes objetivos. Y aunque fracasen en el intento, deben seguir siendo tenaces y continuar esforzándose”.

Estas reflexiones encuentran un epílogo insuperable en Albert Einstein: “El genio se hace con un 1% de talento y  un 99% de trabajo”.

 

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