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Las emociones se contagian

Las emociones se contagian

Las emociones se contagian. Cómo gestionarlas en familia.

Desde que nacen, nuestros hijos/as están continuamente observándonos. Dependiendo de en qué etapa del desarrollo se encuentren, llegan incluso a identificarse con nosotros. Somos su referente comportamental y también emocional, sobre todo hasta la adolescencia.

De una manera inconsciente, nuestros hijos se dan cuenta de cómo nos sentimos. Nuestra comunicación no verbal nos delata. Si nos sentimos mal, ellos se contagian; si estamos felices y relajados, también. Es un proceso automático. Para los pequeños de la casa e incluso para los adolescentes, los padres somos como un espejo en el que se miran y copian reacciones ante cosas que suceden a su alrededor. Copiarnos les da seguridad, porque en una familia, los padres ocupan la posición de poder y genéticamente estamos programados para seguir al más fuerte. Nuestros hijos confían en nuestros actos y emociones y las validan sin dudarlo un minuto.

Están pendientes de cómo reaccionamos ante las cosas. Observan cómo valoramos un comportamiento, si es bueno o malo, y ellos lo clasificarán con el mismo valor; aprenden de nosotros a gestionar las emociones en cuanto a intensidad, polaridad y afrontamiento. Más importante que lo que les decimos o les enseñamos con palabras está nuestro comportamiento y comunicación no verbal. Acceden a nuestro mundo emocional sin filtro y lo hacen suyo, eso sí, modelado por el carácter de nuestro hijo.

Aprende a gestionar las emociones en familia

Por eso, es tan importante aprender a gestionar de una manera saludable las emociones en familia. Te decimos cómo:

  1. Presta atención a cómo te sientes tú. Papá, mamá. empieza por ti. Muchas veces no prestamos atención a nuestras propias emociones. Como padres y madres no nos dedicamos unos minutos al día para ser conscientes de qué emoción estoy sintiendo en un momento concreto o porqué he llegado a una intensidad emocional que me ha provocado un estallido o una respuesta desproporcionada con lo ocurrido. Aprende a parar unos segundos cuando te sientas nervioso, con ira, preocupado, o eufórico. Pregúntate, ¿qué me pasa y porqué me siento así? ¿Qué ha provocado esa emoción? Conocernos emocionalmente es un gran paso para reconocer después las emociones en nuestros hijos. Conocer cómo nos sentimos nos da la llave para conseguir el autocontrol en diferentes ámbitos y si lo transmitimos a nuestros hijos, se traduce en una educación emocional familiar que provocará que los pequeños de la casa crezcan más seguros.
  2. Hablad de las emociones en casa. La comunicación en familia es uno de los mejores hábitos que podemos enseñar a nuestros hijos. Solemos compartir con ellos cosas que nos han pasado durante el día, tareas previstas o realizadas, asuntos más relacionados con la educación y las normas. Pero, poco hablamos de las emociones con ellos. Un ejercicio interesante para avanzar en este punto es aprender juntos a preguntarnos unos a los otros cómo nos sentimos.
    Podemos comenzar nosotros a contar cómo nos hemos sentido cuando el compañero ha llegado tarde esta mañana al trabajo. De esta manera, ellos aprenderán a contarnos cómo se sienten cuando un amigo se ha reído de él en el colegio, por ejemplo.
  3. Practica la escucha activa cuando tu hijo hable de emociones. Presta especial atención cuando te hable de cómo se siente. Si está comenzando a contar esa parte de él es muy importante que pongas los 5 sentidos a lo que dice. Cuida la comunicación no verbal cuando lo hagas. Míralo a los ojos, de frente, favorece una postura cómoda y no te distraigas con otras cosas en ese momento. Es necesario que estés ahí en ese momento y que lo sienta así.
  4. No juzguéis sus emociones. Como padres tendemos a educar y a proteger a nuestros hijos. Puede que lo que nos cuenten sobre lo que sienten nos ponga en alerta o nos genere ira. Intenta mantener la calma verbalmente y con todo tu cuerpo para que no interprete que sentirse de una manera o de otra está bien o mal. Las emociones se sienten sin signos positivos ni negativos por nuestra parte, sin juicios, validándolas, siempre. Reforzad esa expresión emocional con mensajes de seguridad para que se sientan aceptados y protegidos. Ej. Todo pasará, los papás estarán siempre a tu lado.
  5. Empatiza con tus hijos. Para entender mejor sus emociones intenta mirar su mundo con sus ojos, no con los tuyos. Olvídate durante unos minutos de que eres su padre o su madre y ponte en su lugar, con su edad y con sus problemas. ¿Cómo te sentirías tú si fueras él? Empatiza emocionalmente, él o ella lo notará y crearás con él un vínculo de confianza. Cuando hayas sentido lo que él o ella puede estar sintiendo, ayúdalo desde tu madurez a bajar la intensidad de sus emociones. Los niños sienten intensamente y les resulta más difícil conseguir el autocontrol.
  6. Educar también es enriquecer su mundo emocional. Si los niños crecen en un entorno de respeto y empatía, su mundo emocional será muy rico y esa riqueza les acompañará siempre. Si como padres aceptamos el mundo emocional de nuestros hijos y ellos lo saben, estamos ayudándoles a crecer seguros, estamos construyéndoles una autoestima robusta y favoreciendo su compromiso y respeto por los demás. Les estamos ofreciendo las claves para vivir conectados con otras personas. La educación es sobre todo guiarlos para que se conviertan en grandes personas.

 

Gracia Vinagre
Psicóloga. Terapeuta en gestión emocional.
Nº Col. CV 15021
Tel. 690.95.99.53

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C/ Santa Genoveva Torres, 17, VALENCIA, 46019

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